Trajedia nacional

por Nicola Lococo

Lo del traje de Camps, va camino de convertirse en toda una trajedia nacional. Pues no hay día sin traje p’aquí, traje p’allá o si yo no traje traje, usted no nada nada… y en estos traje-manejes vamos luciendo modelitos repetidos por parte de la princesita, a quien solo le asiste un sastre de palacio, con la de pasarelas y firmas que desfilan necesitadas de promoción a lo ancho y largo del reino.

Claro que Camps no paga el traje, porque el traje no le viste a él, sino que él viste al traje, y Rajoy, que lo sabe, prefiere verle envuelto en su falsedad, a como Dios le traje-ra al mundo o aquel rey se paseara tal cual era ante sus súbditos. Mas las medidas tomadas al interfecto parecen quedarle estrechas en la lista de Sastre que anda sobrada de democracia internacionalista y no como ese sastrecillo valiente, algo deslenguado, que se atreve a acudir a los juzgados a dejar con el culo al aire, a su cliente y enseñar las íntimas costuras de su hechura o malhechora, a caso a estas alturas popular fechoría.

Parece no haber más traje que el de Camps en toda Europa, como si el resto de camaradas políticos andaran de Madrid a Bruselas y de la Zarzuela a Estrasburgo cual bípedo implume sin una muda que investigarles con una mano atrás y otra delante pero no precisamente como Adán y Eva salieran del paraiso, sino al milenario estilo geroglífico.

De seguir por éste sendero de la perspicacia anticorrupción, dentro de poco se hablará de los zapatos de Esperanza Aguirre, las corbatas de Patxi López, y los guantes de la infanta. Y mientras tanto, recalificaciones de terrenos, privatización de empresas, adjudicación de obras, financiación de partidos, subidas de sueldo de los altos cargos, comisiones, sobornos, etc. quedarán a buen recaudo en amplios y lujosos guardarroperos, aderezados con bolas de alcanfor, lejos de polillas y ácaros que amenacen cambiar ancestrales usanzas redundando en nuestro particular complejo filipino escorialense de fijarnos en memeces particulares cuando todo se derrumba al rededor y sin corregir la fuente y origen de nuestros males. Así se cumpla nuestro trágico destino.


Publicado en inSurgente


.