Agencias/La Vanguardia/ Blog de Lucía Etxebarría/ inSurGente.-
Diez barcos llevarán agua a Barcelona a partir de mayo
Una flota de diez barcos llevará agua a Barcelona desde Tarragona y Marsella (Francia) a partir de mayo, informaron a la AFP fuentes del departamento de Medio Ambiente de la Generalitat de Cataluña.
Los contratos de esta operación marítima, prevista para paliar una de las sequías más persistentes de los últimos decenios en Cataluña, están pendientes de firma.
Su costo mensual asciende a 22 millones de euros y el volumen aportado -2,6 hectómetros cúbicos- cubre el consumo de la región metropolitana durante cinco días.
El primer barco zarpará desde Tarragona la primera quincena de mayo. En la segunda quincena llegarán otras dos naves cisternas con una capacidad de 28.000 m3 desde Marsella (sureste de Francia).
Las autoridades de Cataluña se decantaron por este sistema tras descartar otros, como los trasvases, la canalización del sobrante de riegos de Tarragona y un eventual transporte de agua por tren, éste último demasiado caro.
Si bien las previsiones a largo plazo auguran una primavera lluviosa, los embalses del sistema catalán se encuentran acutalmente a sólo el 20,5% de su capacidad, según los últimos datos oficiales de la Agencia Catalana del Agua. Estos datos rozan la barrera crítica del 20%, por debajo de la cual se activa la fase de emergencia, que puede dar lugar a restricciones de agua potable en el ámbito doméstico, un escenario que, según la Generalitat, podría hacerse realidad en octubre próximo en el caso que no llueva lo suficiente.
La sequía deja las reservas en las peores cifras de la última década
El caudal de los pantanos es un 30% más bajo que el registrado en 1999, cuando se produjo la último época de escasez, aunque las administraciones insisten en que queda agua para afrontar la temporada estival. El recrecimiento de La Concepción, obra pendiente para esta legislatura VIRGINIA GUZMÁN. MÁLAGA Aunque los gestores del abastecimiento de agua en la provincia coinciden en señalar que el ya cercano verano se afronta con ciertas garantías, la provincia vive en este cuarto año de sequía uno de sus peores momentos, con las reservas en las pantanos por debajo del 30%, pocas lluvias registradas y muchas obras pendientes para aumentar el caudal existente.
Los embalses están en los registros más bajos de la última década, sin apenas ganancias hídricas a lo largo de estos años de decreto de sequía y la comparación con los datos de 1998 ponen de manifiesto la difícil situación. Dicen los expertos que las sequías son cíclicas y los datos vienen a corroborarlo. Hace ahora nueve años, la provincia vivía una época complicada. En esas fechas, fue el interior el que más notó las necesidades de agua y se tuvo que recurrir a camiones cuba en puntos de Antequera, mientras que el Guadalhorce batallaba con obras de emergencia en busca de nuevos sondeos. En junio de 1999, cuando ya se hablaba de problemas hídricos, los pantanos se encontraban al 58,7% -en 1998 estaban al 89%-; en la actualidad, están al 28% de su capacidad, con La Viñuela, fundamental para la Axarquía, dando síntomas de agotamiento.
Es cierto que la climatología no ha acompañado desde que en 2005 se firmara el decreto de sequía, pero Málaga tampoco termina de ver esas obras que conseguirán que la falta de lluvias no afecten a su abastecimiento. De hecho, la única gran infraestructura que ha entrado en funcionamiento ha sido la desaladora de Marbella, una planta que se construyó en la época de Gil y que estuvo parada una década. Con una aportación de 20 hectómetros cúbicos, la instalación ha dado un descanso a las diezmadas reservas de la Costa del Sol, que ya está fuera del decreto, y ha permitido que la Concepción esté al 100%, pero la situación en el resto de la provincia dista mucho de ser la idónea. Esta misma semana, la Axarquía ha pedido su entrada en el decreto de sequía y dejará de llevar agua a la capital.
Previsiones. Precisamente Málaga capital afronta la temporada veraniega con garantías, según la empresa municipal de aguas, Emasa, pero no exenta de preocupación. La ciudad ha conseguido rebajar su consumo un 5% en enero y febrero en comparación con el mismo periodo del pasado año y Emasa cree que las reservas existentes permitirán abastecerse durante unos ocho o nueve meses.
Otro panorama es el que presenta el resto de la provincia. Según el director de la Cuenca Mediterránea Andaluza (CMA), Antonio Rodríguez Leal, este año es tan malo como el año que inició el periodo de sequía (2005). "Hemos tenido dos años malos y éste es muy malo, porque apenas ha llovido. En la Costa no habrá problemas y en el interior se plantearán las actuaciones de urgencia que sean necesarias". Rodríguez Leal admite que las presas están en mal momento, pero destaca que la dependencia del agua de los pantanos es menor.
Con sequía o sin ella, Málaga necesita obras de mayores dimensiones para asegurar de una vez por todas el abastecimiento. "Las administraciones están jugando bien sus cartas y la Junta está siendo ecuánime en sus declaraciones, la queja es que se podían haber hecho obras para aumentar las reservas, porque lo único que se ha hecho hasta ahora es mejorar la calidad y la eficacia de las instalaciones ya existentes", afirma el gerente de Emasa, José Luis Rodríguez. El caso de la capital es ejemplo de ello. La planta del Atabal le permitió aprovechar las aguas del sistema de pantanos del Guadalhorce, pero el pasado año vio como se quedaba sin un proyecto que le habría aportado más de 20 hectómetros al año: el azud de Cerro Blanco. Las protestas vecinales dieron al traste con una obra fundamental, que pretendía aprovechar los excedentes del río Grande.
En ese sentido, el director de la CMA recuerda que el agua de Cerro Blanco se aprovechará desde Aljaima (Cártama) para llevarla al Atabal. "No era la situación ideal, pero algo aportará".
Tampoco se han terminado de perfilar o finalizar obras consideradas de gran importancia, como la reutilización de las aguas residuales, la mejora del riego en la Axarquía y el Guadalhorce -en esa comarca se pierde entre el 40 y el 60% del caudal por fugas en las redes- o la obra recientemente anunciada para traer agua de la Costa a la capital. El gerente de Emasa aclara que este proyecto no es la esperada conducción entre ambas zonas, que implicaría contar con 1.000 litros por segundo. "Lo que se va a hacer es reformar las redes para permitir usar una arteria en sentido contrario". Aportará 200 litros por segundo.
En una cuestión en la que sí coinciden Emasa y la Junta es en la necesidad de recrecer La Concepción. El gerente de la empresa municipal de aguas, de hecho, apuesta por la construcción de más presas para aumentar el caudal. "Málaga tiene mucha agua en el Genal y el Guadiaro, que vierten cada año 700 hectómetros cúbicos al mar, pero ha faltado valor político para tomar ese tipo de decisiones", afirma. También el director de la CMA cree que la obra de la Concepción es "fundamental y necesaria". Rodríguez Leal confía en que en esta legislatura que ahora comienza se pueda acometer el recrecimiento de la presa del río Verde y espera que Junta y Gobierno central colaboren para sacar adelante este proyecto.
La llegada del buen tiempo y de los turistas acarreará, además, un importante aumento de la demanda de agua. A pesar del control del consumo, los pantanos vienen perdiendo desde que comenzó la sequía una media de 50 hectómetros cúbicos en verano, cifra que de repetirse este año podrían dejarlos en una situación casi dramática.
La sequía asusta en el Ebro
En el tramo final del Ebro, palabras como interconexión, trasvase o venta de agua no entran en el vocabulario de algunos de los regantes y agricultores, que en muchos de los casos vienen a ser lo mismo. Los movimientos apresurados de la Conselleria de Medi Ambient para llevar agua al área metropolitana de Barcelona son vistos desde aquí, a casi 200 kilómetros de distancia, casi a modo de histeria colectiva. "¿Periodistas? El segundo trasvase del Ebro ya está aquí, nos van a chupar hasta la sangre", bromean en el bar Espanyol, a pie de la carretera N-340, a las afueras de l´Aldea (Baix Ebre). A sólo diez minutos, Jordi Prat espera su turno para nivelar con el tractor uno de sus arrozales. Este agricultor convencido prefiere pasar palabra cuando oye que una de las opciones que se barajan para paliar la sequía es la compra de agua a los regantes del Ebro.
Miedos y recelos
En los tiempos que corren, de medidas paliativas y emergencias nacionales, en el tramo final del Ebro, en los tranquilos municipios que se pierden por el Delta, detectar la presencia de un forastero - que aquí se reconocen a la legua- es como pensar en la sequía. "Seguro que han venido por el agua", se repite como una cantinela.
En el Ebro catalán empiezan a estar cansados de tanto trasvase, minitrasvase e interconexión. Para muchos aún dura la resaca del Plan Hidrológico Nacional, que sacó a la gente de las Terres de l´Ebre a la calle. En muchas paredes, con un azul gastado por el paso de los años, aún se van encontrando nudos antitrasvasistas, símbolo de un movimiento social nunca visto por aquí. El hastío se convierte en recelo al oír los ecos de nuevos planes trasvasistas.
"Si no llueve, aquí también tendremos problemas, también faltará agua", sostiene Prat, al tiempo que mide y pesa cada una de sus palabras, y recuerda que estar al final de un río como el Ebro te expone a recibir las consecuencias de lo que pase río arriba. Tras pasar tres décadas entre arrozales, Jordi sabe bien de la importancia del agua. Este año, la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) no garantizó hasta última hora, a pocas semanas del inicio de la campaña del arroz, que no habría restricciones. Antes, los payeses del tramo catalán del Ebro escucharon como ruido amenazador la recomendación de la CHE a agricultores de río arriba que mejor sería avanzar la siembra para tener asegurado el abastecimiento.
Prat ha escuchado en más de una ocasión las explicaciones de Antoni Canicio, arrocero como él, pero también hidrogeólogo y conservacionista. Canicio, al frente de una empresa dedicada a la producción de arroz ecológico, destaca la importancia de analizar el Ebro como un ecosistema complejo e interconectado, en vez de centrar la mirada en los canales de riego, el minitrasvase a Tarragona o su delta. "En el Ebro no sobra ni una gota de agua", advierte este reconocido hidrogeólogo. Muchos en el delta siguen con atención cada una de sus aseveraciones. Si de lo que quieres es hablar es del Ebro, de conceptos como caudal ecológico, tienes que hablar con Canicio, recomiendan.
"El caudal ecológico es un invento del hombre, no existe", responde Canicio, bajo el techo de una casa construida como las antiguas barracas del delta, a base de barro, vegetales y madera. Argumenta que a un sistema natural no le sobra nunca ni tampoco le falta agua, otra cosa bien distinta es si se quiere establecer un convenio, explica, para determinar hasta dónde puede llegar el hombre para "no matar del todo un río". Puestos a imaginar, ponemos al río Ebro encima de la mesa.
El hidrogeólogo extiende un mapa del tramo final del Ebro. Recorre con la mirada los dos hemideltas, sus canales y sus bahías, hasta llegar a la desembocadura. Habla con naturalidad de pantanos, cuencas hidrográficas, pozos y tuberías. Canicio subraya que en un momento determinado puede ser necesario un caudal de 1.000m3por segundo para que el Ebro aporte sedimentos hasta el delta, y que en otro momento basta con un caudal raquítico de 50m3."Lo importante no es el caudal ecológico, sino el régimen de caudales ecológicos".
De nuevo entre tractores, las reflexiones se sitúan justo al lado de uno de los canales que regará parte de las 50 hectáreas de arrozales de Jordi Prat. En pocos días, lo que ahora es cemento será vida, cuando cada hectárea reciba 1,8 litros de agua por segundo. La concesión de la CHE garantiza el agua a los regantes, pero también en esto hay matices, como en casi todas las cosas que hacen referencia al Ebro. "Cuando llega julio, con la llegada de la primera avalancha de turistas a Salou, por los canales cada año baja menos agua", subraya Canicio. Y al parecer, cada año la cosa va a peor, según cuentan los arroceros.
A menor caudal, peor calidad del agua, que en muchos casos llega a los arrozales con herbicidas por culpa de la sobreutilización. "En verano hay bofetadas para regar en el final del delta, no hay excedente en los canales, hay déficit de agua", insiste Canicio.
A la espera del agua, escuchando el frenesí de la sequía como barullo de fondo, en los dos márgenes del Ebro decenas de tractores trabajan día y noche para tener todos los campos a punto. Cuando se abran las compuertas de los canales, lo que ahora es tierra y polvo será agua, en una ceremonia que en los tiempos que corren parece un milagro. Pero ni estos arroceros sienten garantizado su futuro, ya que la fuerte sequía que está afectando todo el país también asusta en el Ebro. "Las palabras son muy simples pero la realidad es muy compleja". Así, con esta advertencia, Jordi Prat se despide y sube de nuevo a su tractor, para continuar nivelando arrozales.
Agua y solidaridad; un artículo de Lucía Etxebarría
Durante la pasada campaña electoral escuchamos hablar una y otra vez de trasvase, apelando a la “solidaridad” entre regiones. Pero no se puede pedir solidaridad para con regiones que no saben lo que significa la palabra
Si todos fuéramos solidarios, por ejemplo, utilizaríamos el transporte público ( no es tan difícil: yo no tengo coche), para intentar frenar el cambio climático que a día de hoy está reduciendo el agua acumulada en los embalses a la mitad. Si los ediles malagueños fueran solidarios no habrían permitido la construcción de 40 campos de Golf en la Costa del Sol, es decir; en una región en la que la desertización amenaza al 22% del territorio. Si los consejeros de urbanismo murcianos fueran solidarios se habrían opuesto a los 34 campos de golf proyectados o ya en fase de construcción en ” la región que más riesgo de desertización padece en España” ( O eso dijeron , en el momento de pedir la aprobación del Plan Hidorlogico Nacional, los mismos que aprobaron la construcción de los campos, ¡ hace falta tener morro! ) Si los políticos almerienses fueran solidarios harían algo para frenar el derroche de agua en su provincia ( y de su costa sembrada de urbanizaciones de lujo): la renta per cápita por de consumo de agua es de 3 toneladas de agua por habitante almeriense y día. Si los mandatarios valencianos fueran solidarios frenarían el plan que pretende triplicar el número de campos de golf en su Comunidad para contar con 50 dentro de diez años. Un campo de golf precisa 500.000 metros cúbicos de agua al año: el equivalente a 370 piscinas olímpicas a rebosar de agua. En España hay casi 400 campos de golf. 370 de ellos privados.
La sequía amenaza con convertirse en la peor pesadilla climática de los últimos 60 años, los biólogos hablan ya de una catástrofe ambiental sin precedentes. España se seca. Pero no para todos. “Tenemos depuradoras” dicen los dueños de los campos de golf. Lo que no dicen es de dónde diablos sacan el agua para depurar. Y no dicen que ese agua debería ir, en tiempos de escasez, a quien de verdad la necesita, no a alemanes, ingleses y belgas que la quieren para jugar a ser Severiano. NOs quejamos de que los inmigrantes nos quitan empleo, y no hablamos de los inmigrantes de lujo que nos roban recursos básicos. Si continuamos extrayendo aguas subterráneas de los pozos sin ninguna regulación, si nos bañamos en las piscinas sin reciclar el agua, si no nos oponemos a los campos de golf y a las urbanizaciones de lujo… los acuíferos se salinizarán como ya ha pasado en gran parte de la costa mediterránea. Y entonces, a pedir trasvases. Pero los planes hidrológicos monumentales no son la solución. Son un expolio. Porque en Cataluña y Aragón también hay sequía y es lógico que no quieran ceder agua para quien la quiere derrochar a beneficio de unos pocos que hacen negocio con la sed de todos.
La red hídrica catalana pierde menos agua (entre fugas, fraudes y consumos no contabilizados) que la media española (21,76%). El 20,43% de agua extraviada en Catalunya contrasta con el 32% de la Comunidad Valenciana, y solo es superada por seis comunidades, cinco uniprovinciales (con menos superficie). Quizá antes de hablar de trasvases habría que aprender a ahorrar agua,. Quizá algunos deberían ser solidarios antes de exigir solidaridad a los otros. No vale ver la paja en el ojo ajeno sin quitarse la viga del propio.