por Mikel ArizaletaJosé Andrés Etxebarria escribía días pasados en el periódico Deia, "Es un ser vivo, pero no un ser humano", que si Bibiana Aído, la ministra de Igualdad, hubiera visto una ecografía de feto humano de 13 semanas sabría lo que vale un peine y no diría que un feto así "es un ser vivo, pero no un ser humano". No sabemos lo que hubiera dicho el tal José Andrés, y otros como él que pululan en televisiones y radios, si hubieran visto una ecografía de feto de chimpancé de 13 semanas. Posiblemente hubieran podido exclamar lo mismo. Máximo respeto antes las gestantes y los engendros humanos, pero no nos pasemos. Porque también es verdad que en este caso las formas pueden engañar.
El gran científico colombiano Rodolfo Llinás, con mucha investigación y muchos premios a su espalda, conocido mundialmente por sus trabajos sobre la actividad cerebral y la conciencia, sostiene que "los seres humanos no tenemos cerebro, somos nuestro cerebro. Cuando le cortan la cabeza a uno no lo decapitan sino que lo decorporan. Porque es en este prodigioso órgano donde somos, donde se genera nuestra autoconciencia, el yo de cada uno".
Y a la luz de los conocimientos actuales sobre el proceso embrionario autores prestigiosos en este campo, como por ejemplo Francisco J. Ayala, sostienen que estas capacidades cerebrales en el feto se ubican en la 26 ó 27 semana de gestación. Por tanto, antes no se podría hablar de un yo humano o, en frase cristiana, no habría alma.
Lo que subyace en el fondo de esta manera de pensar de Etxebarria y compañía es que se sigue sin asimilar el hecho de la evolución, se sigue anclado en la vieja y caduca teoría religiosa-pseudocientífica del creacionismo.
"Los vertebrados, desde los peces pasando por los lagartos hasta llegar a los humanos, se desarrollan de maneras que son notablemente parecidas durante las primeras etapas, pero se van diferenciando cada vez más a medida que los embriones se acercan a la madurez. Las semejanzas persisten durante más tiempo entre los organismos que están más estrecahamente emparentados (por ejemplo, los humanos y los monos) que entre aquellos que lo están menos (los humanos y los tiburones)", Darwin y el diseño inteligente de Francisco J. Ayala.
Publicado en inSurgente
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